Celulares en las cárceles: detenidos hacen vivos por TikTok sin control

Ocurre en unidades penitenciarias de hombres y de mujeres. Se conectan a cualquier hora, todos los días, e interactúan con el afuera. Se suman a los vivos cientos de personas que hacen preguntas.
La escena es minúscula. Dos privados de la libertad interactúan con la audiencia desde su celda. Apenas una luz fría y blanca ilumina el ambiente en el que se ven algunos trapos colgados, un poco de techo y una cama. Están haciendo una transmisión en vivo para Tiktok desde la cárcel. No dicen cuál. Sólo uno da detalles de su vida privada, cuenta que es de Rosario, pero que se mudó a San Nicolás, Santa Fe, hace tres años y que ahí “cayó en cana”. Dice que “la quedó”, pero que no es ningún “rastrero ni rastrillo”.
Cada vez es más habitual ver en la red social china transmisiones en directo de personas que cumplen condena. La ley penal habla de encierro, pero no de aislamiento y el avance de internet y el desarrollo de las nuevas plataformas habilitaron, casi sin que el sistema se de cuenta, nuevos modos de tirar abajo el muro que separa el adentro del afuera.
Por curiosidad, afecto o morbo cientos de personas se conectan e interpelan a los streamers. Algunos les dicen que son delincuentes, ladrones, les desean lo peor. Otros quieren saber más sobre sus vidas, entender por qué están ahí y cómo es el día a día en una cárcel.
Están presos por cosas buenas, le responden a la gente. Uno por haber matado a un delincuente en defensa de su hermano y otro por portación de arma. Porque tenía miedo a que alguien entrara a su casa y, por las dudas, prefería estar prevenido. Eso le dicen los reos a los seguidores. La gente les cuestiona si no les da vergüenza lo que hicieron. La respuesta es contundente: no. Lo más sorprendente es el argumento: porque los políticos son peores, dicen.
“Los que están ahí en la presidencia, ¿sabés como roban carne, plata, de todo, y nadie dice nada?. Es más, están ahí atrás de todo. ¿En serio me decís?”, cuestiona uno de los detenidos. Mientras tanto mandan saludos a la gente que se conecta desde Chile, Santa Fe, Buenos Aires y hasta Italia, y cuentan detalles del penal, como que “Tomi está en otro pabellón”.
“O sea que ustedes son doble moral porque, de pronto, están apoyando a gente que roba. Hacé de cuenta que ellos están haciendo lo mismo que ustedes dicen que nosotros estamos haciendo (robar), pero ellos lo hacen con calidad. Ellos lo hacen así y fue. Es lo mismo, así que no sean doble moral”, disparan los hombres que pasan sus días en prisión e insisten en que “los políticos son los que más roban y el pueblo los vota”.
Además hablan de economía y de las elecciones. Dicen que no tienen idea a quién votar, que no les interesa, pero que “un dólar vale una banda de plata” y que la gente “se conforma con un bono que se devalúa”.
Pese a esto, reconocen que “robar está mal” y aseguran que cuando salgan del penal lo van a hacer siendo mejores personas. También analizan que “se perdieron los códigos” y que ser “rastrillo, violín o mata mujeres” no es “algo sano”. Sobre su vida en el penal describen que están bien, que les “dieron una celda” donde se instalaron. “Tenemos para comer y nadie nos dice nada”, describen.